Recientemente se ha hablado mucho sobre el «hambre de la piel» y de la sensación de un ansia similar a la de hambre, pero no por la comida, sino por el contacto humano. Se cree que este anhelo es causado por el aislamiento que estamos experimentando como parte de las medidas de distanciamiento social y restricciones para controlar la propagación de COVID-19.
Y es que existe mucha evidencia científica sobre cómo el contacto físico con nuestros seres más queridos puede mejorar el bienestar físico y mental. ¿Pero realmente podemos hablar de un hambre de piel? ¿Anhelo de tocar a los demás?
El tacto es una de nuestras primeras sensaciones cuando llegamos a este mundo. El tacto es fundamental para comunicarse con los demás: cuando nos sentimos tristes, un abrazo a menudo puede decir más que mil palabras.
Para comprender lo importante que es el tacto, primero debemos darnos cuenta de lo fundamental que es para nosotros, los humanos. Una persona adulta tiene alrededor de 18.000 centímetros cuadrados de piel; esto es casi 2 metros cuadrados de piel que representan hasta el 18% de su peso corporal. Toda esta superficie está llena de células nerviosas. Estas células nerviosas envían señales al cerebro.
La falta de contacto físico en la pandemia
Con la pandemia del coronavirus y la consecuente reducción de contacto físico con personas fuera de nuestro núcleo de convivencia, se ha puesto de manifiesto que, de repente, no tenemos la oportunidad de experimentar parte de los muchos estímulos que esperamos en situaciones cotidianas y que recibimos a través del sentido del tacto. Nuestro cerebro ha aprendido que las interacciones vienen con el tacto, el apretón de manos, un beso o un abrazo. Nuestras interacciones con amigos y colegas por teléfono o redes sociales ahora carecen de este contacto físico, lo que puede llevar a muchas personas a sentirse como “si algo les faltara”.
El hambre de la piel es una palabra agradable que significa que anhelamos recuperar todas esas sensaciones con las que hemos crecido y a las que nuestro cerebro está acostumbrado cuando hablamos con las personas que nos importan. No es tanto un hambre o tiene poco que ver con la piel, sino más bien una entrada de comunicación que falta en las interacciones con aquellos que están cerca de nosotros.
Según los expertos, la falta de contacto puede afectar a nuestra salud mental provocando sentimientos de desesperanza, estrés, enojo y falta de motivación. Además, algunos psicólogos advierten que muchas personas pueden tener dificultades para sentirse íntimamente conectados en las relaciones interpersonales. La falta de contacto físico también puede provocar problemas de ansiedad y estrés que acaban repercutiendo en otras áreas como puede ser la alimentación, favoreciendo el comer en exceso como consuelo emocional.
Además, el tacto es esencial para la función inmune, ya que reduce los niveles de cortisol. Cuando los niveles de cortisol aumentan, la hormona del estrés mata a un tipo de glóbulos blancos fundamentales para luchar contra los virus. Además, el cortisol disminuye los niveles de serotonina, la hormona que regula los ciclos del sueño que, a su vez, es una función vital para nuestra salud.
Consejos para evitar el hambre de piel
En definitiva, la falta de contacto físico puede estar afectando mucho más de lo que parece a nuestra salud. Para minimizarlo, desde Obymed recordamos algunos consejos que pueden ayudarnos mientras dure esta situación:
- Aumentar las caricias y el contacto afectivo en el hogar para compensar la falta de contacto social.
- Explorar otras opciones de fomentar el sentido del tacto. Por ejemplo, se ha demostrado que el acariciar y jugar con nuestras mascotas puede ser de gran ayuda.
- Si se vive solo, el automasaje puede ser una opción para estimular los niveles de endorfinas en la piel.
Además, aconsejamos el mantener unos hábitos alimenticios saludables y tener un estilo de vida activo en nuestra rutina diaria, dado que repercute positivamente en nuestro estado de salud en general y ayuda a minimizar y/o compensar cualquier otro problema que podamos estar experimentando.